sábado, 16 de febrero de 2008

Lubricán


Hay palabras bellas, que suenan a música celestial, que pulsan la tecla de nuestra sensibilidad... vamos, que uno no se sabe muy bien porqué, pero que encandilan. Para mí una de esas palabras "mágicas" es lubricán. Tiene idéntico significado que crepúsculo, pero ésta no desprende el mismo esplendor -la misma fuerza arrolladora-. Y lo curioso es que su hechizo, su irresistible atractivo, no es fruto de fórmulas sofisticadas; su secreto es la mar de simple, la conjunción de dos palabras muy comunes: lubri -de "lupus", lobo-, y can -de "canis", perro-. ¿Por qué se asocia el crepúsculo con el poético lubricán? Porque con éste se pretende hacer referencia a esa dudosa claridad del atardecer en la que el pastor a duras penas distingue a los lobos de los perros.

Pero aún hay más. El lubricán no sólo es una bella palabra y un bello momento del día, sino que es el título de una gran novela -"El lubricán"- de una autora excelente: Blanca García Valdecasas. Otro día hablaremos de esta novela (por desgracia descatalogada y difícil de encontrar) y de esta escritora.

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